A mediados del año 2005 fui a una perrera a hacer un spot de televisión para una campaña de publicidad a favor de la adopción de animales abandonados.
Me sorprendió lo bonitos que eran la mayoría de los perros que había. Uno se espera mestizos ratoneros pero lo cierto es que hay perros de todas las razas y tamaños.
Aquel spot me marcó bastante y me quedé varios meses con el runrún de volver a tener un perro como cuando era niño. En aquella época salíamos todas las semanas a la montaña o a correr a la playa y me imaginaba con el perro disfrutando con nosotros de aquellas actividades.
El 22 de diciembre de 2005, el día de la lotería de navidad en España, me acerqué de nuevo a la misma perrera y adopté a una perrita que estaba a punto de ser sacrificada (el lugar estaba a tope por aquellos días y ella había cumplido su «cuarentena» allí).
Recuerdo entrar con el responsable del centro a una jaula repleta de animales que saltaban y ladraban alrededor nuestro, luchando entre ellos por captar nuestra atención. Había un terrible olor a orines y a perro mojado en aquel espacio de entre 18 y 20m².
En una esquina, con el rabo contra la pared, había una perra blanca y naranja con una mirada llena de terror. Empujaba hacia atrás intentando alejarse de aquel follón. Me pareció una mezcla entre setter irlandes y alguna otra raza cazadora (después sabría que tenía rasgos de Bretón Spaniel).
Los perros de caza siempre han sido mis preferidos, aunque no me gusta la caza. Esa actitud decidida, la agilidad, la mirada inteligente…
Pero esta perra solo tenía de cazadora el pelaje. Parecía insegura y asustada.
No pude mirar a más perros. Tenía que sacarla de allí y pensé que para alguien poco acostumbrado a los perros como era Miren, mi novia, sería más fácil entenderse con uno que no se presentara saltándole encima como un loco, avasallándola.
El responsable de la perrera mi dijo que tendría como un año de edad, el veterinario que la chipaba le miraba sin confirmarlo. Años después sabría que tendría aproximadamente el doble pero ya sabemos que es más fácil que se adopte un animal cuanto más joven es. Marketing de perrera.
Cuando me la llevé olía como un demonio. Siempre agradeceré que mi mujer tuviera un enorme catarro aquel día porque si no, nunca me hubiera dejado subirla a casa.
La bautizamos como Orhy, el primer dosmil del Pirineo. Casi era una forma de prometerle que pasaría todo el tiempo que pudieramos corriendo por la montaña.
Tenía una cola larga y sucia, como la de una rata. Como siempre la llevaba metida entre las patas por el miedo, se le ensuciaba mucho. Esa cola representaba el nivel del estado de adaptación social y de salud mental de Orhy. Nuestro objetivo era conseguir que la desplegara, un símbolo de que la habríamos recuperado para ser feliz.
Tardamos meses en hacerlo, muchos. Solíamos sacarla a menudo por las noches, cuando menos gente había en el calle y entonces era cuando más relajada se mostraba. Corría y perseguía tímidamente una pelota amarilla de goma en nuestros juegos.
Poco a poco fue ganando seguridad aunque nunca se recuperó del todo. En el fondo siempre tuvo ese pequeño temor que aparecía fugazmente cuando le rodeaban muchos niños o cuando oía un sonido fuerte.
Tenía un fuerte síndrome de abandono y ladraba durante horas al quedarse sola en casa. Destrozó la puerta de casa con sus uñas. Nuestros vecinos fueron unos héroes que nos ayudaron a superarlo aguantando los escándalos.
Perro ladrador, poco mordedor dicen. Jamás atacó a nadie y ni siquiera le gruñó. Ha sido la perra más buena y menos agresiva que he conocido nunca.
En aquella época descubrimos que su cuerpo alojaba algunos perdigones que iban saliendo poco a poco a la superficie de la piel. En el cuello, en la cabeza, en el lomo… Sus guerras pasadas no solo le habían dejado heridas en el alma.
Con el tiempo, muy poco a poco, conseguimos recuperarla y ella, a cambio, nos hizo felices con su compañía y su lealtad durante muchos años.
Tal y como le habíamos prometido recorrió algunas de las más preciosas montañas del Pirineo, de los Picos de Europa y de los Alpes.
Se bañó en ríos frescos en verano. Corrió a mi lado por la playa de Hendaya en invierno. Se excitó siguiendo el rastro de sarrios, conejos, jabalís y zorros, aunque nunca le dejáramos perseguirlos.
Tomó el sol de invierno acurrucada en muchas cimas descansando a nuestro lado, orgullosa y feliz.
Miren la quiso como si fuera su primera hija, después vendrían otras dos, humanas esta vez, junto a las que dormiría para despertarnos ladrando cuando lloraban en la cuna siendo bebés.
Orhy las adoptó como dos nuevos miembros de la manada a las que robarles las galletas del desayuno o un pequeño bocadillo que dejaban abandonado en alguna mesita baja. La Orhy los «cogía» despacito, casi como si estuviera pidiendo permiso para llevárselos.
Se tumbaba a nuestro lado en el sofá y con el hocico te empujaba la mano hasta su lomo para que la acariciaras, una y otra vez, incansable. Si te aburrías de hacerlo te ladraba muy suavemente, como un susurro y volvía a empujar tu mano a su lomo.
Cuando alguien venía a visitarnos y se quedaba a comer con nosotros, Orhy se sentaba a su lado y le golpeaba el codo con el hocico, para pedirle que le diera de comer (a los de casa no nos lo hacía porque sabía que no colaba). Nunca le falló la treta. Era buenísima pidiendo con esos ojos color almendra, redondos y brillantes.
Todos los que la conocieron la quisieron. Era buena y tranquila. Tímida y cariñosa.
Fue una más de la familia y poco a poco envejeció a nuestro lado.
El verano de 2017 me acompañó a su última excursión. Fuimos al Embalse de Cavallers en el Pirineo catalán. Sentados juntos sobre una peña al sol del mediodía, con el viento fresco de la montaña dándonos de cara, le acaricié el lomo, que ya arqueaba ostensiblemente mientras perdía fuerzas en las patas traseras. Supe que nunca más volvería al monte con nosotros, era su última excursión, los dos lo sabíamos y le hice la foto que abre este artículo.
Los perros envejecen muy rápido. Son como esos rockeros que cumplen los 33 y parece que quieran beberse de golpe toda la vida que les queda.
En apenas 6 meses ya no podría ni siquiera subir las escaleras de casa. Adelgazó muchisimo, se quedó sorda, medio ciega por las cataratas y se volvió huraña.
Volvió a ensuciarse la cola todos los días. No porque la escondiera entre las patas sino porque cuando se agachaba a orinar, como hacen las perras, ya no podía mantenerse en cuclillas.
Nuestras hijas Irati y Amaia se despedían todos los días de ella en la parada del autobús escolar por si al volver «ya no estaba». Un abrazo y una caricia tristes.
Fue terrible. Las ojeras le pesaban en aquellos ojos ahora mate y velados que ya no nos miraban. Su caminar se fue haciendo cada vez más cansino, más lento y más doloroso.
Y poquito a poco se murió. Y nos dejo un agujero en el corazón imposible de llenar.
Todavía recordamos mi mujer y yo como en aquellas últimas semanas de vida, una mañana en la oficina, tumbada sobre una alfombra mullida que le pusimos para que estuviera más cómoda desde donde nos acompañaba todos los días durante el trabajo, corría en sueños como cuando era joven. Agitaba aquellas patas traseras como si le llevaran en volandas por algún prado de montaña mientras ladraba feliz y juguetona persiguiendo algún rastro.
En sus sueños ella seguía siendo joven, fuerte y llena de vida.
Nosotros también te recordaremos así Orhy, corriendo blanca y brillante entre la hierba acompañándonos en nuestra excursión, adelantándonos y volviendo de nuevo hasta nosotros como un pastor que no quiere que se separe su rebaño. Mirándonos con esos ojos inteligentes y las orejas tiesas para que te diéramos un poco de nuestro almuerzo antes de seguir el camino.
No te olvidaremos jamás. Te queremos, Orhytxu maitia, agur gure txakur polita, agur…
PD: Este post es un homenaje a Orhy, que tanto nos ha dado. Pero también es una invitación a todas aquellas personas que deseáis tener un perro, para que lo adoptéis. Lo que va a aportar a vuestra familia es un cariño inmenso y una lección de vida que jamás olvidaréis.
Yo no he podido parar de llorar como un niño al escribir este texto así que estoy seguro de que no estará particularmente bien (y lo siento), pero espero que sirva como una muestra de lo que un perro adoptado puede hacer por ti, lector.
A nosotros nos hizo muy felices.
Qué hermosas palabras, llenas de emoción y sentimiento. Un abrazo Pablo, estoy segura que sigue corriendo entre vosotros, cuidandoos agradecida por tanto Amor compartido.
Gracias Idoia, estará para siempre en nuestros corazones. Me alegra mucho saber de ti 🙂 Espero que estés genial,
Al final he sacado valor para leerte, y … cabrón… aquí me tienes, llorando a lágrima tendida.
No se yo si sacaré valor para hacer un post tan merecido cuando nos deja nuestra, ya abuelita, Copla, son tantas alegrías las quedan, son tan parte de nosotros, se les quiere tanto.
Ea, no sé seguir, un beso, y una pelotita y un bocata para Orhy, que estará en el cielo de los perros, que debe ser el lugar más feliz del mundo.
Gracias por pasarte Fer, me puedo imaginar lo duro que se te hace porque proyecta tus sentimientos en Copla. Supongo que el post me funciona un poco como terapia para compartir mis necesidad de agradecimiento hacia Orhy y en realidad hacia todos nuestros perros, que tanto se hacen querer y que tan poco nos piden a cambio de su lealtad y su cariño. Y si, seguro que la Orhy está por algún lado tratando de robarle el bocadillo a algún despistado o empujándole el codo con su hocico para que comparta con ella su almuerzo. Un abrazo muy fuerte y gracias por venir a compartir mi pena contigo, no lo olvidaré nunca.
Pablo, lo siento mucho.
Yo no sé de perros, pero sí de letras y de emociones. Es un texto hermoso en forma, pero sobretodo en fondo.
Siempre he pensado que, a diferencia de los animales, tenemos el gran don de la palabra y lo utilizamos poco, o a destiempo. Son estas palabras las que nos dan sentido. El amor. Humano o animal. El Amor en mayúsculas.
Gracias por compartirlo y por escribirlo tan bonito.
Orhy os ha dejado la huella más bonita que podemos dejar tras nuestro paso por este mundo de locos. Emociones, recuerdos, ternura activa, despierta.
Seguro que desde el cielo de los perros brillará intensa como guía.
Un beso grande, a todos.
Muchas gracias Itziar. Ya sabes que como buen bloguero me gusta escribir aunque no acostumbre a hacerlo sobre sentimientos. Normalmente me basta con que el mensaje llegue porque básicamente se trata de guías, tutoriales y cosas así. Sin embargo sospecho que esta vez no he sido capaz de poder mostrar todo el amor que siento por la Orhy, para ello hubiera necesitado armas como las que tú manejas tan bien.
En cualquier caso creo que me vale como terapia. Gracias de nuevo por tu visita y por el detalle de comentar. Un beso.
Un post muy emotivo Pablo, como a mucha gente, me ha llegado al corazón. Hace un año perdí a mi niña de 4 patas y durante unos meses no pude dejar de llorar, hoy la he recordado leyéndote.
Muchas gracias por compartir tus sentimientos. Seguro que Orhy desde donde este os amará toda la eternidad.
Un fuerte abrazo, a toda la familia.
Hola Érica, muchas gracias por sumarte a este pequeño homenaje. Lamento muchísimo tu pérdida, seguro que tu perra también tuvo una vida muy feliz gracias a tu cariño. Un beso fuerte.
Pablo, me has hecho llorar a moco tendido, ¡cuánta belleza! Un abrazo muy fuerte para los cuatro. Mucho ánimo y gracias por compartirlo.
Gracias a ti por pasarte a comentar Ana y por emocionarte con nuestra historia. Un beso fuerte.
Cuánto amor pueden darnos estos animalicos y se nos muestra. Cuando nos dejan, cuando se crea un vacío en nosotros,cuando ese cariño que compartíamos pasa a convertirse en amor.La ausencia, su falta ya sé que es enorme, también me toca en parte porque la vivi con ella,jamás me he sonrojado por llorar, ahora tampoco,son mis lágrimas por la Orhy,se que me está viendo allá donde se encuentre y también le oigo en su último gemir .
Muchas gracias aita, ayer me acordé mucho de ti porque sabía que la querías mucho. Gracias por haberla cuidado tan bien cuando más falta nos ha hecho. Un abrazo fuerte.
Lindo Pablo, me ha emocionado.
Quédate con los buenos momentos y con que le disteis lo más bello que se puede dar, una vida y la oportunidad de estar esos 12 años con vosotros feliz. De otra manera, eso no hubiera podido ser, simplemente no hubiera sido.
Y a Orhy, esté donde este ahora y aunque no la conocí, un besazo muy fuerte y abrazo de oso. Siempre estará aquí, por que siempre la llevaréis en vuestros pensamientos
Gracias por los ánimos Carlos, le hubiera encantado ese abrazo, era muy de contacto físico a pesar de su timidez. Un abrazo.
Un breton ! me hace acordar al que tenian mis suegros, Luna se llamaba, que también disfrutó mi hija durante 3 años mas o menos , y luego sufrió mucho cuando se fue 🙁
Mucha fuerza y a recordar los lindos momentos !
Gracias Anibal. Es una raza maravillosa. Aquí no se ve mucho pero en Francia es muy popular. Los franceses que pasan por Irun siempre se le acercaban a hacerle mimos. Un abrazo crack.
Aca si hay bastantes, en realidad aca tenemos muchisimas razas, despues depende el precio lo popular que se vuelvan.
Esos son mas comunes en la gente que va a cazar, mi suegro la llevaba muchas veces de caza, es algo que les encanta a esos perros.
¡Cuánto lo siento Pablo! Muy emotiva vuestra carta. Y a pesar de que éstos momentos son de sentimientos muy fuertes y tristes, todos esos años que habéis pasado juntos disfrutando del monte, de la playa, del almuerzo… pesan mucho más que cualquier otra cosa y son los que vais a recordar una y otra vez cada vez que os acordéis de ella. ¡Un abrazo muy fuerte para tí y tus chicas!
Gracias Andoni. Han sido buenos años para todos, nos quedamos con eso y con todos los recuerdos que tenemos juntos. Siempre estaba ahí y siempre estará ahora en nuestro corazón. Un abrazo.
No sé qué decir, escribes genial y que parece que conozco a Orhy de toda la vida. Lamento la pérdida, abrazos para todos compañero.
Gracias Mon. Hubieras flipado conociéndole en persona, era tan buena y tan discreta que a todo el mundo le caía bien. Un abrazo y gracias por pasar.
Son las 4:56 de la mañana y me he develado pensando en personas que se han ido no hace mucho. He venido al ordenador, pero lo primero que he hecho al salir de la cama ha sido escuchar respirar profundo, viendo que están soñando, tanto a mi marido como a mis hijos. La única con los ojos abiertos, Kairi. Mi negrita cuatropatas que siempre parece que me huele en la distancia y me comprende sin que le tenga que hablar. Esa empatía que sabemos que no les devolvemos al 100% como ellos lo hacen con nosotros.
La carta es preciosa y he escrito este párrafo con la lágrima suelta. Sabemos que les toca despedirse antes que nosotros de ellos pero siempre, siempre es duro y aunque lo sabemos desde que llegan a nuestras vidas, nunca quieres despedirte.
Un abrazo Pablo, Miren, Amaia e Irati.
Gracias Ainhoa. Es verdad que tienen un sexto sentido que les permite saber cómo nos sentimos para darnos distancia o para acortarla. Cuida mucho de Kairi y haceos felices mutuamente. Tus hijos han tenido mucha suerte de criarse experimentando con la compañía de un perro, nos enseñan tantas cosas importantes… un besazo gordo.
Pablo tío, me has hecho llorar en el metro de Barcelona mientras leia esto, estoy seguro de que Orhy no pudo pedir por una mejor vida, muchas gracias por compartir toda su historia. Un fuerte abrazo
Muchas gracias Roberto, estoy muy contento por el resultado de este pequeño homenaje y por lo acompañado que me siento por todos vosotros. Un abrazo.
Acabo de leer la carta, y me has dejado sin palabras.
Cuánta felicidad en esas imágenes que has compartido, quédate con esos momentos.
El amor de una mascota es el más sincero que existe. Me acuerdo cuando adoptamos a la gatita que tenemos en casa, Dulce, hace ya unos años y aunque siga siendo a veces una salvaje y nos de mordiscos nos ha llenado de vida.
Un abrazo muy fuerte!
Muchas gracias Laura, un beso fuerte.
Joer, Pablo, esta carta no ha perdido ni un ápice de emotividad. Yo la leo ahora, años después de que la escribieses, y estoy muy, muy emocionado. Gracias por escribirlo.
Gracias por pasarte a leerla, Paco. A mi me pasa lo mismo, es de esas cosas que después de tanto tiempo las leo como si las hubiera escrito otra persona. Seguramente lo era 🙂 Un abrazo.